La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad devastadora que provoca la muerte de neuronas y en consecuencia disminuye la densidad de regiones del cerebro indispensables para el aprendizaje y la memoria, como el hipocampo y la corteza cerebral (imagen 1). Sin tratamiento para atenuar los síntomas o detener su progresión ha sido uno de los grandes retos de la ciencia identificar la razón por la que se genera esta enfermedad neurodegenerativa, y aún más crear medicamentos efectivos contra la enfermedad. Algunos de los síntomas característicos de la enfermedad son: pérdida de memoria a corto y largo plazo, alucinaciones, deterioro de los movimientos complejos (finos como el movimiento de los dedos) y temblor durante la posición de reposo. La EA es una enfermedad compleja pues no tiene una sola causa. Por ejemplo, algunas personas tienen predisposición al contar con antecedentes de alcoholismo, de inmunodeficiencia y para aquellos con familiares que han padecido la enfermedad de Parkinson o EA. Sin embargo, también se ha observado en pacientes que no cuentan con ninguno de estos antecedentes.
El problema puede comenzar a partir de los 30 años, pero en más del 90% de los casos, la enfermedad en esta edad es imperceptible . Cuando la enfermedad ha avanzado, los síntomas son más acentuados, y es cuando puede darse un diagnóstico de demencia progresiva, en este punto se considera Alzheimer avanzado.
Imagen 1. Un cerebro sano tiene una densidad normal, mientras que el de un paciente con la enfermedad de Alzheimer se ve claramente disminuida. Esto debido a la muerte neuronal inducida por diversos factores, por ejemplo, el bloqueo de las neuronas por Aβ.
¿Cómo comienza el problema?
La EA se caracteriza principalmente, por una extraña acumulación de proteínas "beta-amiloide" (Aβ) en una región específica del cerebro: el hipocampo. Hasta el momento, las investigaciones determinan que la causa principal de la EA es el acumulo de Aβ, de la cual no se sabe con exactitud cuál es su función en nuestro organismo. Esta proteína se aglomera entre otras del mismo tipo, formando pequeñas placas fuera de las neuronas, algunas de ellas superan el tamaño de una neurona (Imagen 2). Estas placas no son detectables por diagnóstico de imagenología.
La formación de placas de beta-amiloide es lenta, pero constante, es por ello por lo que la enfermedad de Alzheimer puede ser mal diagnosticada y en consecuencia mal tratada.
Las placas de Aβ tienden a bloquear las señales que las neuronas transmiten entre sí, además de interferir en la interacción neuronal con su entorno y dificultar el paso de moléculas importantes, como la glucosa. Esto provoca la muerte de la neurona, mientras que la producción de más placas Aβ continúa lentamente provocando la muerte de más y más neuronas (Imagen 2).
¿De dónde proviene esta proteína?
La proteína Aβ proviene de una otra proteína que está en la membrana de las neuronas, denominada "precursor proteico amiloide" (Imagen 2). Esta proteína precursora es cortada en dos fragmentos, y uno de ellos sale de la neurona, mientras que el otro, se queda en la membrana de la célula. El fragmento del exterior se une a otros fragmentos similares y conforman las placas amiloides.
Imagen 2. Formación de la placa amiloide por la acumulación de proteínas beta-amiloide. La proteína de la membrana o pared celular (APP) es cortada por una enzima, dejando libres dos fragmentos, de los cuales, el más importante es Aβ.
Estudiar maneras de evitar que se formen estas placas puede ayudar a los pacientes de EA. Por ello se han investigado terapias que utilizan inhibidores de la proteína de la membrana o pared celular (APP) o de la enzima catalizadora. Aunque se ha avanzado en el conocimiento de EA, aún continúa la búsqueda de la cura contra esta enfermedad y además de una detección más temprana (Imagen 3).
Imagen 3. Inhibidores de APP y enzima catalizadora. Los medicamentos tendrían como propósito bloquear las actividades de APP y de la enzima para evitar la agregación de placas amiloides, impidiendo así la progresión de la EA.
REFERENCIAS
Mark. P. Pathways towards and away from Alzheimer’s disease. Nature. 2004; 43: 631-639
Rosaura. R., Rafael. ALTERACIONES DEL METABOLISMO DE LÍPIDOS DE LAS LIPOPROTEÍNAS Y LAS APOLIPOPROTEÍNAS. Tratado de endocrinología pediátrica, 4ed, 75.
Schenk, D., Basi, GS y Pangalos, MN (2012). Estrategias de tratamiento dirigidas a la proteína β amiloide. Perspectivas de Cold Spring Harbor en medicina , 2 (9), a006387.
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