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"La naturaleza ha puesto a la humanidad bajo el
gobierno de dos amos soberanos, el dolor
y el placer". - Jeremy Bentham
La consideración de dolor y placer, a primera instancia, puede parecer una dicotomía simple. La conceptualización del dolor podría asociarse comúnmente a situaciones adversas como golpes, accidentes o enfermedades, mientras que el placer podría vincularse a estímulos positivos como la apreciación de alimentos, un beso o una caricia. Sin embargo, la interconexión dolor y placer es más profunda de lo que inicialmente se percibe. Surge la interrogante de hasta qué punto el placer puede tornarse doloroso o viceversa.
Figura 1. Modelo del dolor y placer en donde vemos la relación entre ambos sistemas. En rojo podemos ver Dolor (Pain) y los dos caminos que conlleva a diferentes niveles de dolor. En azul podemos ver el sistema del placer (pleasure) el cual conlleva a diferentes niveles respectivamente. (μ-opioid receptor antagonists=receptores opioides antagonistas, μ-opioid receptor agonists=receptores opioides agonistas). (Tomado de Leknes S and Tracey I. 2008).
Se ha registrado evidencia de analgesia (capacidad de reducir o eliminar la percepción del dolor) relacionada con el placer en diversos estudios con humanos y animales. La exposición a estímulos placenteros como olores, sonidos, e imágenes agradables, o alimentos sabrosos y comportamiento sexual, resultó en una disminución de la percepción del dolor.
Existe evidencia científica que sugiere que la expectativa de los efectos del tratamiento, el cual contribuye a la analgesia placebo (mejoría observada en pacientes aun cuando el tratamiento obtenido no tiene propiedades terapéuticas), es un tipo de expectativa de una recompensa.
Existen dos sistemas que son cruciales para transmitir los aspectos motivacionales y hedónicos del dolor y placer, además de sus interacciones (Figura 1). Estos sistemas se llaman μ-opioide y dopaminérgico mesolímbico. Sus nombres provienen de acuerdo con las sustancias que las activan (opioides y dopamina). Por ejemplo, tanto el dolor como el placer liberan opioides, los cuales son sustancias que se usan generalmente para aliviar dolor crónico, en diversas áreas del cerebro. El placer y la expectativa de recompensa aumentan la señalización dopaminérgica. Este es el proceso mediante el cual las neuronas en el cerebro liberan, detectan y responden a la dopamina, provocando más liberación de μ-opioides. Estos son llamados así ya que esta implicados en la mediación de muchos de los efectos analgésicos (alivio del dolor). El dolor puede tanto aumentar como disminuir la señalización de dopamina en el sistema mesolímbico, dependiendo de la cantidad de dopamina y el modelo de dolor utilizado ya sea el dopaminérgico o el opioide. Los antagonistas o sustancias que bloquean o inhiben la acción de un receptor celular o neurotransmisor, en este caso de los receptores μ-opioides, como la naloxona, revierten la analgesia relacionada con el placer. Además, los agonistas o sustancias que activan un receptor celular o neurotransmisor, específicamente de los receptores μ-opioides, como la morfina, restablecen el placer que ha sido previamente reducido por el dolor.
El dolor y el placer son ideas complejas que involucran señales motivacionales, hedónicas y de aprendizaje. Debido a que la motivación para buscar recompensas o evitar el dolor generalmente está relacionada con la naturaleza placentera o aversiva de un evento, respectivamente, resulta desafiante desentrañar la neuroanatomía de los aspectos placenteros y motivacionales asociados con el dolor y la recompensa.
Pero ¿Por qué es importante saber la relación entre el placer y el dolor?
Entender la relación fisiológica entre el placer y el dolor es crucial en diversos campos, ya que proporciona información valiosa sobre cómo funcionan los sistemas biológicos y cómo pueden afectar nuestra salud y bienestar. Por ejemplo:
Tratamiento de trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad, pueden tener una base fisiológica relacionada con la regulación de las señales placenteras y dolorosas en el cerebro.
Comprender cómo el cuerpo procesa y percibe el dolor es esencial para el desarrollo de tratamientos más efectivos para el dolor crónico y agudo.
La relación entre el placer y el dolor está vinculada a comportamientos adictivos. Entender cómo ciertos estímulos pueden afectar la liberación de neurotransmisores relacionados con el placer (como la dopamina) y cómo esto puede llevar a comportamientos adictivos es esencial para el tratamiento de las adicciones.
Comprender cómo se procesan y regulan las señales de placer y dolor en el cerebro es fundamental para comprender la cognición, la motivación y el comportamiento humano.
Finalmente, te darás cuenta de que sistemas tan opuestos como lo es el dolor y placer están estrechamente relacionados. Esto nos hace generar diversas preguntas relacionadas con otras áreas de estudio como lo es la medicina, psicología, entre otras disciplinas incluso como la evolución… es de pensar, ¿Por qué motivo desarrollamos el dolor y el placer a lo largo del proceso evolutivo? Tal vez esto sea contestado próximamente en los siguientes artículos. ¡Mantente atento a ellos!
Bibliografia
Fields, H. L. 2007. Understanding how opioids contribute to reward and analgesia. Reg. Anesth. Pain Med. 32, 242–246.
Leknes S and Tracey I. 2008. A common neurobiology for pain and pleasure. Oxford Centre for Functional MRI of the Brain, Department of Clinical Neurology, Nuffield Department of Anaesthetics, Oxford University, John Radcliffe Hospital, Oxford, Volume 9 | APRIl 2008 | 315.
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