La medicina nuclear se introdujo en 1941, cuando se administró Yodo-131 a un paciente con hipertiroidismo en Massachusetts por primera vez. Este Yodo-131 se distingue del yodo que consumimos a diario en los alimentos, ya que, aunque también es absorbido por las células de la tiroides —una glándula situada en el cuello—, produce radiación (también llamado radiofármaco, ver figura 1). La radiación es una forma de emisión de energía que es invisible a nuestros ojos, capaz de afectar a las moléculas, o al material genético de nuestro cuerpo. Al realizar un escáner corporal, una máquina captura la radiación emitida por el yodo, generando una imagen donde resplandecen las células que absorbieron el yodo radiactivo.
Figura 1. Estructura de los radiofármacos. El radiofármaco se compone de un elemento radioactivo unido a una molécula, juntos viajan a través de la sangre y llegan al órgano en cuestión, la molécula se unirá a la célula en estudio a través de una proteína blanco y el elemento radioactivo es el que ayudará a encontrar las células disfuncionales.
Modificado de National Cancer Institute
Bajo este principio básico se descubrió que con el yodo radioactivo se podían estudiar muchas enfermedades de la tiroides, en el que las células funcionan de más como en el hipertiroidismo, o son malignas, como en el cáncer de tiroides (figura 2), para poder localizar los tumores y su afectación a otros órganos como los pulmones o huesos. Desde entonces se descubrió que la radiación es útil en pocas dosis, y que se puede utilizar para diagnosticar múltiples enfermedades e inclusive tratarlas.
Figura 2. Imagen de un paciente con cáncer de tiroides. El cáncer ya invadió los pulmones (flechas negras) y la columna vertebral (flechas azules). Este estudio se hizo con yodo radiactivo. Crédito: https://dx.doi.org/10.14201/orl.21496.
Poco a poco iniciaron nuevas formas de diagnosticar enfermedades, se descubrió el Tecnecio radioactivo, otro elemento que produce radiación, pero en menor cantidad que el yodo, siendo así mucho más seguro y fácil de usar. Además, se observó que se obtenían mejores imágenes diagnósticas que con el yodo y con mucho menos cantidad de radiación y por ende menos probabilidad de efectos adversos.
A partir de entonces, se fueron descubriendo nuevos campos para el uso de la medicina nuclear, así como otros elementos radioactivos. Tanto así que se empezó a utilizar en la cardiología. Por ejemplo, en los pacientes que han sufrido un infarto, poco a poco sus células del corazón van muriendo hasta que quedan muy pocas células sanas, ocasionando una muerte súbita. Con la medicina nuclear, se puede ver qué arteria está obstruida y observar cuáles células no funcionan y necesitan tratamiento, por ejemplo, por medio de una cirugía (cateterismo cardíaco) para rescatar a las células que sufren, además de prevenir otro infarto.
Por lo tanto, la medicina nuclear es una forma no invasiva de mejorar el éxito de la cirugía cardíaca localizando funcionalmente las células enfermas. Este enfoque, con efectos adversos mínimos, permite identificar el área del corazón que necesita cirugía, optimizando la eficacia del cateterismo cardíaco y previniendo infartos letales.
Así, la medicina nuclear no sólo se considera un medio para identificar la localización de la enfermedad o lesión, si-no también es una herramienta para comprender como funcionan los órganos, y mejorar la estrategia del tratamiento médico.
BIBLIOGRAFÍA:
Brugarolas P, Comstock J, Dick DW, Ellmer T, Engle JW, Lapi SE, Liang SH, Parent EE, Kishore Pillarsetty NV, Selivanova S, Sun X, Vavere A, Scott PJH; Society of Nuclear Medicine and Molecular Imaging Radiopharmaceutical Sciences Council. Fifty Years of Radiopharmaceuticals. J Nucl Med Technol. 2020 Jun;48(Suppl 1):34S-39S.
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