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Ejercicio: Podemos ser nuestros propios héroes

¿Has notado qué los superhéroes de nuestra infancia no desarrollaron algún síndrome metabólico, o alguna enfermedad cardiovascular?, ¿Te imaginarías a flash deteniendo su carrera porque se le han bajado los niveles de glucosa a causa de la diabetes o a la mujer maravilla deteniendo sus vuelos a causa de la hipertensión? En este caso hipotético quizás el ejercicio que practicaron les redujo las posibilidades de adquirir alguna de estas enfermedades.


Al decidir hacer ejercicio, la parte de nuestro cerebro que se encarga de nuestras acciones voluntarias, la corteza motora cerebral, enviará un tipo de señal a las neuronas que conectan con los músculos para que estos se estiren o se contraigan de acuerdo con el ejercicio que se esté realizando. Cuando nos ejercitamos, nuestro sistema nervioso simpático, responsable de las funciones que no podemos controlar voluntariamente, se encarga de acelerar a nuestro corazón. Esto lo hace para que haga llegar sangre a los músculos en acción y a la piel, pero además hará que venas y arterias disminuyan el paso de la sangre al sistema digestivo.


La Organización Mundial de la Salud recomienda que, para evitar enfermedades cardiovasculares, se realicen diariamente al menos 30 minutos de ejercicio. Además, al ejercitarse se disminuye el riesgo de padecer diabetes, los niveles de colesterol se mantienen bajos y a nivel neurológico disminuye la ansiedad y la depresión.



Al realizar ejercicio constantemente nuestros cuerpos pueden tener adaptaciones, por ejemplo, aumentan los niveles de la hormona adiponectina (degrada la grasa en nuestro cuerpo para la obtención de energía). Esto a largo plazo reduce los triglicéridos y aumenta la sensibilidad a la insulina, evitando que nuestro cuerpo desarrolle diabetes.


Una de las adaptaciones a nivel cardiovascular es el crecimiento del corazón, y vasos sanguíneos. Esto se observó por primera vez en 1961 con la autopsia de Clarence DeMar, quien corrió 34 maratones (incluidas 7 victorias del Maratón de Boston) y en el que se encontraban "arterias coronarias inusualmente grandes". Esta adaptación, el agrandamiento de vasos sanguíneos, pueden mejorar el flujo sanguíneo hacia los músculos que requieren de una mayor cantidad de oxígeno, mientras que un corazón agrandado tiene mayor capacidad para expulsar más sangre.


Si bien es cierto que al hacer mucho ejercicio no podemos llegar a ser Superman, el ejercicio se ha implementado como una recomendación para prevenir enfermedades, acompañado de una dieta saludable. Así que, si queremos prevenir enfermedades que nos limiten en nuestra vida cotidiana, y nos decidimos a realizar algún tipo de ejercicio, podemos ser nuestros propios héroes.

Referencias:

  • Gan, Z., Fu, T., Kelly, D. P., & Vega, R. B. (2018). Skeletal muscle mitochondrial remodeling in exercise and diseases. Cell research, 28(10), 969-980.

  • Green, D. J., Hopman, M. T., Padilla, J., Laughlin, M. H., & Thijssen, D. H. (2017). Vascular adaptation to exercise in humans: role of hemodynamic stimuli. Physiological reviews, 97(2), 495528.

  • MacInnis, M. J., & Gibala, M. J. (2017). Physiological adaptations to interval training and the role of exercise intensity. The Journal of physiology, 595(9), 2915-2930.

  • Organización Mundial de la Salud. (2020) Actividad física. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity


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