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Luis Haro

Una mirada hacia la segunda causa de muerte a nivel mundial

Probablemente has escuchado escuchar que alguien sufrió un derrame cerebral o accidente cerebrovascular (ACV). Esta afectación es causada por la interrupción súbita del flujo de la sangre en el cerebro, conduciendo a la pérdida de funciones cerebrales dependiendo de la ubicación donde ocurra. De acuerdo a un estudio del 2022, se presentan 12.2 millones de nuevos casos de ACV a nivel mundial cada año, de los cuales 62% ocurren en personas menores de 70 años y 16% en personas de 15-49 años. Además, 6.5 millones de personas mueren anualmente debido a un ACV y 101 millones de personas que aún siguen con vida han experimentado un ACV. Los ACV son causados por un bloqueo del flujo sanguíneo en el cerebro debido a un coagulo sanguíneo o por una ruptura de los vasos sanguíneos dentro del cerebro.


Los factores de riesgo principales asociados a los ACV son: hipertensión, diabetes mellitus, obesidad, altos niveles de colesterol sanguíneo, y ser fumador activo. Dichos factores de riesgo pueden impedir el correcto flujo sanguíneo cerebral causando daño en el área correspondiente, manifestando síntomas como, pérdida del habla, dificultades motoras (de movimiento), cambios de personalidad y la muerte. El actual tratamiento para los ACV se denomina terapia fibrinolítica, en la cual se descomponen los coágulos formados en los vasos sanguíneos. Este tratamiento sólo es efectivo si se realiza en una ventana de tiempo de 4.5 horas desde el inicio de los síntomas, lo que lleva a que solamente el 5% de las personas con ACV reciban la terapia, mientras que el 95% de los pacientes no cumplen con los requerimientos necesarios. De modo que no existe una terapia actual que conduzca a la mejora de un mayor número de pacientes que sufren un ACV.


Es por esa razón, que para disminuir la prevalencia y la mortalidad a nivel mundial es imperante encontrar mejores estrategias de prevención y además de la investigación científica. Actualmente, se tiene el conocimiento de que la interrupción del flujo sanguíneo priva a las neuronas adyacentes de oxígeno y glucosa (necesarios para su vida). Mismos que deben estar siempre constantes en el cerebro ya que no tiene la capacidad de almacenarlos. La falta de estos promueve la activación de cambios dentro de las células nerviosas, que conduce a la muerte progresiva de las mismas en la región próxima al accidente cerebrovascular (núcleo isquémico). No obstante, en la zona adyacente al núcleo isquémico, en la llamada zona de penumbra (región lesionada reversiblemente alrededor del núcleo isquémico), ocurren cambios que con el paso del tiempo pueden ser letales para las células. Sin embargo, en una ventana de tiempo se mantiene viable y, potencialmente recuperable. Consecuentemente la zona de penumbra ha sido sitio de múltiples investigaciones (figura 1). Siendo uno de los principales cambios que ocurren en esta zona, el aumento de la liberación de glutamato, molécula de gran importancia para la comunicación entre neuronas. Está molécula tiene un efecto estimulante sobre las neuronas, lo que permite su activación de manera natural. No obstante, la cantidad excesiva de glutamato lleva a una hiperactivación que la célula no puede controlar desencadenando su autodestrucción mediante un proceso conocido como apoptosis. Así mismo, entre más neuronas decidan autodestruirse por no poder controlar el exceso del glutamato serán más graves los síntomas que presente la persona que sufra un ACV.


En resumen, un ACV es una enfermedad cerebral caracterizada por el cese del flujo sanguíneo dentro del mismo órgano, causando síntomas que dependen de la región específica lesionada, además es la segunda causa de muerte a nivel mundial. Es importante resaltar que, no existe un tratamiento efectivo para tratar a las personas que sufren un ACV, de manera que se necesitan continuar con las investigaciones que aporten conocimiento al entendimiento de la enfermedad, su prevención y que propongan alternativas que mejoren la calidad de vida de dichos pacientes.



Figura 1. Parte de arriba: Identificación del núcleo isquémico y la zona de penumbra tras un accidente cerebrovascular. Parte de abajo: Factores de riesgo que propician la generación de un accidente cerebrovascular en humanos.


Bibliografía

  • Qin, C., Yang, S., Chu, Y.-H., Zhang, H., Pang, X.-W., Chen, L., Zhou, L.-Q., Chen, M., Tian, D.-S., & Wang, W. (2022). Signaling pathways involved in ischemic stroke: Molecular mechanisms and therapeutic interventions. Signal Transduction and Targeted Therapy, 7(1).

  • López-Valdés, H. E., Martínez-Coria, H., Arrieta-Cruz, I., & Cruz, M.-E. (2021). Physiopathology of ischemic stroke and its modulation using memantine: Evidence from preclinical stroke. Neural Regeneration Research, 16(3), 433.

  • Koh, S.-H., & Park, H.-H. (2016). Neurogenesis in stroke recovery. Translational Stroke Research, 8(1), 3–13.


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