¿Sabías que existen microorganismos dentro de nuestro cuerpo? Y no precisa ni solamente cuando estamos enfermos o tenemos alguna infección.
Los microorganismos[1] pueden ser bacterias, virus u hongos, estos son organismos diminutos que no podemos observar a simple vista, pero que se encuentran en todos los espacios, excepto aquellos en dónde hubo una previa esterilización, es decir, una limpieza profunda como en un quirófano. La comunidad de estos microorganismos se conoce como microbiota, que podemos encontrar en distintos órganos del cuerpo. Un ejemplo es la microbiota intestinal.
Durante varios años, se nos enseñó que algunas partes del cuerpo se mantienen libres de microorganismos. Sin embargo, la realidad es que estamos llenos de ellos sin necesidad de estar enfermos. A este proceso se le conoce como simbiosis, donde los microorganismos habitan nuestro cuerpo y ellos nos mantienen saludables, ambos obteniendo beneficios.
Algunas funciones que realizan los microorganismos en el cuerpo son:
Ayudar a la degradación de alimentos complejos en nutrientes simples y potenciar la absorción de los nutrientes en el intestino.
Proteger contra agentes infecciosos o patógenos, ya que los microorganismos que habitan nuestro cuerpo se encuentran ocupando un lugar y un microorganismo infeccioso al entrar compite por ese sitio. Los microorganismos beneficiosos ayudan al cuerpo formando una biocapa (Fig. 1) o cambiando las condiciones del sitio para impedir que entren los infecciosos e incluso activando el sistema inmunitario.
Producir sustancias importantes para el cuerpo como vitaminas, hormonas, neurotransmisores y proteínas.
Figura 1. Microbiota intestinal. La formación de biocapa (color verde) por bacterias no dañinas que protegen la entrada de bacterias patógenas (creado en BioRender.com).
La microbiota varía de acuerdo con la edad, el sexo, la alimentación, el órgano y la ingesta de medicamentos. El lugar donde se encuentra mayor cantidad de microorganismos y variabilidad es el tracto digestivo (microbiota intestinal), por la gran superficie de los intestinos y por ser la principal entrada que conecta directamente del exterior con la boca. Esto se sabe debido a los experimentos microbiológicos; por ejemplo, al tomar muestras de materia fecal se puede caracterizar el tipo de organismos que tenemos, la abundancia de cada grupo y algunos de sus elementos que interaccionan con moléculas del cuerpo.
Cuando los microorganismos beneficiosos disminuyen en nuestro cuerpo y aumentan los patógenos, se le llama disbiosis.
Se ha encontrado que existe disbiosis intestinal en distintas enfermedades como diabetes, colon irritable, gastritis, enfermedades urológicas, enfermedades neurodegenerativas (relacionadas con el cerebro) como la Enfermedad de Parkinson, la Enfermedad de Alzheimer e incluso depresión. El desarrollo de estas enfermedades se ha asociado con el aumento de microorganismos infecciosos en el intestino.
Sin embargo, la aparición y aumento de microorganismos infecciosos no sólo se ha encontrado en el intestino, pues se ha reportado la presencia de componentes bacterianos que deducen la presencia de bacterias en el cerebro, siendo este hallazgo más relevante en pacientes con enfermedades neurodegenerativas. La posibilidad de encontrar bacterias en el cerebro, puede darse por la comunicación del eje intestino-cerebro (Fig. 2) que comunica estos dos órganos por distintas vías, el más común es por el nervio vago (un cordón formado por prolongaciones de células neuronales que van hasta el intestino).
Figura 2. Eje intestino-cerebro. Este eje establece comunicación bidireccional entre los dos órganos y puede ser modulado por la microbiota (modificado de Richarte et al., 2018).
A pesar de los descubrimientos recientes sobre la microbiota, aún se necesita mayor investigación para caracterizar todas las funciones de los microbios que se desarrollan en nuestras diferentes partes del cuerpo. Pues, si la microbiota favorece el desarrollo de ciertas enfermedades, modificar la microbiota por medio de algún tipo de dieta, ingesta de probióticos o trasplantes fecales; serían un tratamiento coadyuvante (de ayuda o en conjunto al tratamiento principal) a los pacientes o preventivo para mejorar y proteger la salud de las personas.
No está de más recordar que no debes espantarte por tener microorganismos, simplemente necesitan un lugar donde habitar y, a cambio, nos protegen. Pero sigue siendo importante mantener una buena higiene y comer adecuadamente para sólo conservar los microorganismos beneficiosos contigo y ¡No enfermarte!.
Referencias
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