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De la ciencia al arte y de regreso - Entrevista con Paul Reyes – Científico y Pintor mexicano

Yo vivía en la mal llamada ciudad más habitable del mundo, al sur de una australia en notoria decadencia cuando leí, por medio de un post publicado en un grupo de mexicanos desperdigados en la República Checa, que un tal Paul Reyes presumía la venidera exhibición de sus pinturas en el corazón del país, de inmediato extendí una felicitación al susodicho haciéndole saber que pronto estaría en la ciudad, él respondió el mensaje y así comenzamos a intercambiar correspondencia cibernética.

Durante el verano de 2018 -4 ó 5 semanas después de mi llegada a Praga- detrás de sendos vasos de cerveza en el jardín chelero del parque Letna, Paul y yo decíamos ‘na zdraví’ por vez primera, fue la suya la primera sonrisa honesta y amigable que encontré en esta tierra, sí, pero fueron su pasión por la Ciencia y su amor por el Arte, las razones por las que, poco más de un año más tarde, sentado por enésima ocasión frente a él, oprimí el botón de ‘grabación’ en mi celular y esto fue lo que ocurrió…

“Hice mi carrera en Química Orgánica en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, después de la licenciatura tuve la oportunidad de estudiar mi maestría y mi doctorado en el instituto de ciencias químicas de la UNAM”



Paul no solamente se aventó el tiro de hacer su maestría en metodologías sintéticas, sino que además, decidió enfocar su doctorado en radicales libres.

“Para ser más claros, los radicales libres son los causantes del cáncer, cuando te expones al sol los rayos UV provocan la fragmentación de un enlace, generalmente carbono/carbono y se forman dos radicales, es decir que un electrón se va hacia un carbono y el otro electrón hacia el otro carbono, estos radicales son muy reactivos, pueden matar a las células o provocar ciertas reacciones que las hagan reproducirse muy rápidamente, también hice síntesis de algunos compuestos enfocados a radicales libres”

Considerando que por su conocimiento y sus habilidades bien podría jugar el papel de ese maquiavélico archienemigo del superhéroe de moda en el barrio pragueño, decidí ahondar un poco más en las razones y los hechos que lo llevaron a decidirse por estudiar Química.

“Fue muy interesante, cuando terminé la escuela secundaria nunca me cruzó por la mente ser químico, yo quería ser sacerdote (por decisión propia), es que a los 12 años fui acólito en una parroquia y en realidad me sentía muy a gusto en ese ambiente, entonces inscribirme en un seminario era el paso natural para mi futuro.

Estuve en el seminario menor de Santa Maria del río con los padres Josefinos, ahí estudié la preparatoria y, al terminar, me enviaron a la ciudad de México para estudiar Filosofía, leí y analicé el trabajo de varios filósofos bajo la tutela de varios profesores de distintas universidades, desafortunadamente, tras el primer año de la carrera, varios compañeros comenzaron a desertar y esto no se detuvo hasta que me quedé completamente sólo y así, gracias a una recomendación extendida por uno de mis profesores, comencé a estudiar con los más avanzados, estos cursos ya no se impartían dentro del seminario sino dentro de la Universidad Nacional (UNAM) y fue ahí que probé las mieles del ambiente académico, nunca se me va a olvidar, era 1999, el estallido de huelga en la universidad era inminente y yo estaba en medio de aquél ajetreo estudiantil”

Tras una serie de traspiés de corte común, Paul decidió modificar el rumbo, habló con sus padres para comentarles su decisión de abandonar el seminario, ellos no sólo lo apoyaron incondicionalmente sino que le brindaron el soporte necesario para analizar las cosas y tomar la decisión más adecuada.

“Determiné que siempre me había llamado la atención eso de la química, comencé mezclando el jabón con otras cosas, mi padre solía tener ácido clorhídrico para algo relacionado a su trabajo de arquitectura y recuerdo que a mí me gustaba mezclarlo con cloro, incluso en una ocasión casi me intoxico con el vapor del cloro (ríe), recuerdo que también me encantaba la clase de química durante la escuela secundaria, entonces le dije a mi padre, quiero estudiar química, él me llevó a la universidad casi de inmediato, nos reunimos con el director académico pero desafortunadamente ya había pasado el examen de admisión y debía esperar todo un semestre, pero mi padre, tan tenaz como siempre ha sido me dijo, vámonos a la rectoría y ahí el vicerrector nos dijo que efectivamente debía esperar”

Entonces se lanzaron al colegio Manuel José Otón (Poeta potosino) de los padres Josefinos y ahí les comentaron que, por haber estudiado Filosofía en la UNAM, únicamente debía solicitar la revalidación de algunas materias y el correspondiente cambio de carrera.

“Y el chicle pegó, vimos la luz al final del camino, nunca voy a olvidar esa tarde mientras comía con mi familia, recibí una llamada de la secretaria de la facultad de química para decirme que me habían aceptado. Al principio tenía mucho miedo, durante el seminario y la carrera de filosofía nunca tuve contacto con la química y las matemáticas, muchos de los compañeros de clases venían de distintos colegios tecnológicos, tenían mayor conocimiento en estas materias pero muy pronto agarré el ritmo y finalmente, no es por presumir pero me titulé con honores”

Durante los veranos tomó los cursos de química de la universidad, del CSIC (Colegio Superior de Investigaciones Científicas) en Saltillo y en el Instituto Politécnico Nacional, así fue que se decidió por cursar la maestría y el doctorado.



De México a Chequia

“Al terminar mi doctorado en México apliqué para venirme a hacer un post doctorado y fui aceptado, llegué a Praga en 2010, la idea inicial era quedarme por un año, posteriormente decidí extender mi residencia y el científico con el que trabajaba inicialmente me ofreció una posición fija en su laboratorio por siete años más, incluso llegué a estar a cargo de su laboratorio cuando él se ausentaba, desafortunadamente, debido a problemas personales y de salud decidió no continuar con el laboratorio y al cabo de un año cerró, aun así fue una simbiosis muy grata, muy prolífera entre nosotros”

Tras el cierre del laboratorio, Paul se cambió a otro equipo en donde comenzó a trabajar con compuestos químicos aplicados a la bioquímica, aunque reconoce que disfruta mucho del trabajo, comprende que no es su rama predilecta, por eso ha determinado regresar a sus raíces dentro del Instituto de química orgánica y bioquímica de la academia de ciencias en Deivicka.

El arte de la ciencia de la curiosidad

Su padre es arquitecto y su madre siempre ha dedicado su tiempo libre a la decoración y a las manualidades, solía llevarlo a sus clases en el DIF, fue así que, naturalmente, surgió su curiosidad por las artes.

“Los inviernos largos de Praga me brindaron la oportunidad de explorar esta curiosidad, por parte de los colegas del instituto recibía muchas invitaciones a festejos de cumpleaños y celebraciones, un día me planteé dibujar tarjetitas de felicitación para regalarlas y posteriormente un excelente amigo y colega Checo (Zbysek Zawada) me facilito como regalo de cumpleaños mis primeros colores, acrílicos y pintura al óleo, fue él quien me impulsó a tomar algunos cursos y esto fue creciendo y creciendo. Si ves los dibujos con los que inicié en el 2010 y los comparas con los actuales, descubrirás que la evolución es muy notoria”

El Científico y Pintor siempre ha sostenido que ambas disciplinas están estrechamente relacionadas… “tú puedes hacer arte con la ciencia y ciencia con el arte”…

“En mi primer trabajo dentro de un laboratorio hacía síntesis de colorantes, ‘microscopía de fluorescencia’ se le dice técnicamente, lo que hacíamos era aplicar estos colorantes a distintas células para poderlas localizar en el microscopio, eso me inspiró para mostrar a la gente los distintos colores con los que se trabaja a este nivel, es maravilloso ver cómo se colorean de pronto las células; el arte en la ciencia se puede encontrar en cada museo, si ves una pintura, puedes analizar los colores, las materias primas etcétera, en mi caso específico, me gusta hacer portadas de revistas de divulgación científica, he publicado en 9 de ellas”

Aunque confiesa ser muy tímido para exponer sus dibujos y sus pinturas, Paul Reyes ha expuesto en dos ocasiones en Praga, la primera tuvo lugar dentro del instituto en el que labora y la segunda en el Náprstkovo muzeum asijských, afrických a amerických kultur dentro del marco de las celebraciones del día de muertos (México 2019) en donde tuvo la oportunidad de compartir cartel con destacados artistas mexicanos.

“Exhibí una calavera de yeso pintada con acrílicos, un cuadro de acuarela con el volcán Popocatépetl y los campos de Cempaxúchitl a sus faldas y una pintura de acrílico de las flores de Cempaxúchitl”



A la vuelta de los días

A pesar de que continúa en el ramo de la ciencia, mismo que reconoce como su pasión, también le gustaría enfocarse más al arte y al medio artístico.

“Me encantaría tener un atelier o una proveeduría de insumos y materiales para dibujantes y pintores, pero a veces me da miedito dar el primer paso, me pasa lo que a muchos, me cuesta trabajo romper el cascarón, uno de mis sueños es trabajar para un museo, analizando pinturas, todo el aspecto químico detrás de una pintura es fascinante”

Paul se autodenomina como un artista multi-técnica, dibuja con lápices de colores, pinta con acuarelas, pasteles al óleo, pastel seco o gis, tinta y, aunque no le gusta trabajar con acrílicos, igualmente los ha utilizado.

“Mi técnica predilecta para pitar y observar es el óleo, al principio no me atrevía a utilizarlo, pensaba que era más espiritual, de mayor dedicación, muy rituálico pero en realidad te lleva muy fácilmente, los colores no se oscurecen al secado como con el acrílico, te da muy buen tiempo para pintar, corregir e incluso agregar cosas y factores”

Reyes reconoce como sus mayores influencias al Greco, “es arriesgado en su pintura”, a Corey “siempre lo he respetado como científico” y gusta mucho de admirar el trabajo de Mucha (Pintor Checo), “me sorprenden sus pinturas de la epopeya eslava, son extraordinarias”, Van Gogh y Diego Rivera.

La aventura del pintar

“Dar el primer paso fue una verdadera aventura, mi brinco entre el hobby y enfocarme más en forma al arte fue asistir a clases, al inicio se suponía que las clases serían en inglés pero resultó que eran en Checo, en ese entonces aún no entendía el idioma y ya sabes, uno se crea ideas que se convierten en paradigmas, pensaba que a los cursos iban personas con nociones de pintura, pero me adapté rápidamente; pero mi mejor aventura en realidad es dentro de los museos, pararme frente al trabajo de los grandes pintores es increíble”

Paul ha visitado infinidad de museos, estuvo en el museo de Van Gogh, en Louvre, en el museo de la Orangerie, en el museo de los impresionistas y en varios más.

“Cada visita a un museo es una aventura, poder ver con tus propios ojos esas pinturas de las que todos hablan es impresionante, no se trata solamente de ver las obras como tal, estar ahí es algo que me forma como pintor, es lo que le digo a mis estudiantes cuando doy la clase de pintura en el instituto, es fascinante descubrir la técnica, de ahí se aprende como pintar un árbol, el agua o la figura humana, al ver una obra con detenimiento puedes descubrir las formas y los detalles”

Praga, la Bella Reina

“Al principio, tras mi primer año en la ciudad yo quería correr, me preguntaba ¿qué hago aquí?, pero con el tiempo me fue creciendo este amor, por eso le llamo mi Bella Reina, siempre que viajo le digo que no esté celosa, me gusta decirle… te dejo por unos momentos pero regresaré… me encanta Praga y la cultura que en ella te rodea, me encantaría que sus habitantes fueran más cálidos, más sensibles, más empáticos, entiendo que es algo que no podemos cambiar, somos nosotros quienes debemos adaptarnos”

Se dice por ahí que de científicos, artistas y locos todos tenemos un poco, Paul está más loco por el arte, la ciencia le da de comer pero el arte le apasiona.

“Ver terminada una pintura o un dibujo me apasiona, también me encanta publicar lo que pinté o dibujé, tomar clases e incluso impartirlas”

Porque Paul, sépase bien el leedor, imparte clases gratuitas de pintura en el mismo instituto en el que trabaja, pero también gusta de dibujar cuando viaja, ya sea durante los vuelos o las conexiones, al primer descuido desenfunda la pluma o el lápiz y se deja llevar por las líneas, por las formas o por los colores o por todos ellos y, ya sea al reverso de algún pase de abordar o en ambas caras de una bolsa de mareo, deja vestigio de ese amor que le caracteriza como persona, como científico, como hijo, como amigo, como hermano y como artista.



Poco antes de terminar con la entrevista me permito preguntarle sobre las emociones implícitas en el hecho de pintar y Paul, cual si hubiera tomado un pincel para hacer formas en el aire, así, a quemarropa me dice…

“A veces cuando pinto escucho música y la mano vuela, baila con la música, es algo que siento muy profundamente”


Por: Antonio Andrade – Periodista y Escritor mexicano

Praga, Enero 2020

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